El miedo es una emoción producida por un estímulo que atenta a nuestra integridad, que nos pone en peligro. El cuerpo reacciona como si tuviera que huir de manera inminente. Todo se prepara para neutralizar “el ataque” al que nos vamos a ver sometidos, para huir o para atacar. Ese estímulo puede ser inocuo, es decir, puede que no tenga el poder de hacernos daño de verdad, sin embargo, por el motivo que sea, a nosotros nos produce miedo. Esto es lo que le sucede a muchas personas con el agua.

Se trata, por lo tanto, de un sistema de supervivencia, lo tenemos como herramienta de aviso de peligro inminente. Muchas veces falla y nos avisa de que hay peligro o riesgo cuando no lo hay. Si este miedo es realmente infundado, y no hay nada a lo que temer, podemos hablar de fobia.

Miedo al agua

 

Miedo vs fobia

Para hablar de fobia tenemos que añadir un estado muy elevado de alerta y unos síntomas muy claros. También una continuidad en el tiempo y sobretodo una respuesta de evitación.

Porque… ¿qué hace el organismo ante estas sensaciones desagradables?

Efectos subjetivos
(en el «coco»)

Efectos fisiológicos (en el cuerpo)

Afrontamiento

TensiónMayor frecuencia cardíacaEscape
DesasosiegoMayor presión arterialEvitación
MalestarMás tensión muscularFocalizar atención
Menor volumen sanguíneo
Menor temperatura periférica
Menor amplitud respiratoria

 

¿Por qué tenemos miedo?

El miedo o fobia puede haberse producido por una experiencia anterior que no fue demasiado buena o porque hay algo que nos asusta, por ejemplo en el caso del miedo al agua, la profundidad, la temperatura, animales…

Lo importante es buscar que es aquello que nos provoca ese miedo, saber cuánto nos da y ponernos a trabajar en ello.

¿A qué me refiero con esto? Pues a indagar en ese miedo. Preguntarle de dónde viene. Saber qué grado de molestia me produce y determinar así si estamos ante una fobia o ante algo más leve.

Simplificando, los tratamientos psicológicos que hay son tres:

  1. Terapia de exposición: sí señores, lo que imaginabais. Hay que ponerse delante del miedo y hacerle frente de cara. Siempre de una manera gradual y progresiva, no vaya a ser que obtengamos el efecto contrario al que buscamos.
  2. Desensibilización sistemática: se expone uno pero esta vez de manera imaginaria (para fobias muy intensas)
  3. Terapia cognitiva: se trabajan los pensamientos y se intenta reeducar a la mente para eliminar falsas creencias. Esta se utiliza conjuntamente con muchas otras técnicas.

Como siempre digo, todo se puede superar y todo se puede entrenar. Si tenéis alguna duda de cómo hacerlo, preguntad sin miedo en el departamento de psicología de Sanus Vitae. Mi contacto es: vickycerveracerro@gmail.com. En Instagram me podéis encontrar si tecleáis @vicky_cerveracerro.

Vicky Cervera
Psicóloga de Sanus Vitae