Parecía que no iba a llegar nunca, estaba lejos cuando empezamos, pero sí, después de casi cinco meses de trabajo llegó el 17 de Mayo. A las 7:30h de la mañana llegamos a Cullera, de los primeros, poca gente todavía pero todo montado y organizado. Ya me habían explicado varias veces todo lo que tenía que hacer, donde ir, que recoger, en qué orden, cuando y como dejar la bici, que dejar en la zona de transiciones y que no dejar, como y donde colocar los dorsales,…todo lo llevaba más que memorizado (vamos que ni en los exámenes de final de carrera lo tenía yo tan claro!)Recogí el chip y los dorsales, lo coloqué todo dónde correspondía y nada más abrir la zona de transición pasé el control del material y coloqué la bici y el resto del material en mi sitio. Fue justo ahí dónde ocurre una de esas situaciones que más deseas: justo a mi lado una compi estaba también dejando sus cosas, me fijé en su dorsal y me di cuenta que era de las mías (no federada, iba sin club) además, tampoco conocía a nadie y por suerte para mí, tenía un poco más de experiencia que yo porque era su segundo triatlón, así que nada, como si nos conociéramos de toda la vida, allá que nos fuimos juntas a dejar el resto del material fuera, coger el neopreno, gorro, gafas y a por el segundo momentazo de esos que unen de verdad y lo vives en pocas situaciones: “necesito ayuda para ponerme el neopreno”. Ahí ya nos hicimos íntimas, y encima se nos unió otra compi que también era su primer triatlón y que también iba sola. Ahora ya, sin identidad alguna (las tres embutidas en un neopreno negro y con gorro rosa, vamos que íbamos monísimas!!!) nos fuimos a calentar un poco, o mejor dicho, a ver como de fría estaba el agua.

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Después de más de una hora organizando todo, llegó el momento de la verdad: “todas a cámara de salida”. Nos deseamos suerte, nos reíamos (la verdad, que por no llorar), todas decíamos lo mismo: “yo vengo a disfrutar” pero en el fondo estábamos muertas de miedo…a pesar de ello, un ambiente impresionante minutos antes de la salida, risas y muchos ánimos (estos son los momentos que más me gustan, los que emocionan y los que, sinceramente, sólo se experimentan con el deporte). Mientras tanto, intentando pillar la colocación que también me había explicado mil veces mi “Mister 1” y mi “Mister2”: ni muy adelante, ni muy atrás (vamos en el centro) y ni muy pegada a la boya, ni tampoco muy lejos para no hacer más metros…en definitiva, pura teoría, porque sin querer me salía la vena competitiva y me iba poco a poco hacia delante, así que lo del “centro” ahí se quedó, y con respecto al tema boya, como que me daba un poco igual porque me pegaba todo el sol en la cara y la boya no la veía ni de broma. Salida, todas a correr y dentro del agua. Sabía que los primeros metros iban a ser complicados, había que coger buen sitio así que empecé a nadar fuerte y rápidamente me pegue al primer grupo, al llegar a la primera boya (250m) ya había pasado lo peor y hasta el final me mantuve a un ritmo muy cómodo con el grupo (éramos como unas ocho) e incluso sacamos algo de ventaja al resto (tenía que sacarle partido a casi 12 años de nadadora, eso sí, de piscina). Salgo del agua lo más rápida que puedo, y en un principio pensé que había demasiados metros hasta llegar a la zona de transición, pero la verdad es que me vino muy bien ese trozo de carrera para descansar un poco y recuperar la respiración, además llegue a por la bici con prácticamente todo el neopreno quitado. Máxima concentración para no olvidar nada y sobre todo recordar lo que me habían dicho una y otra vez: “No toques la bici hasta que no tengas el casco puesto”, y eso hice. La bici no es lo mío, soy muy mala, pero contábamos con ello así que desde el primero momento me marque un ritmo constante no muy alto para poder apretar un poco en los últimos km y encontrarme bien para la carrera. No lo pase mal, al contrario, hasta se me hizo corto y me encontré físicamente muy bien, pero la verdad es que tenía ganas de que pasaran pronto los veinte km, principalmente, para que no me adelantará más gente (otra vez aparecía ligeramente la vena competitiva). Superados los km de bici y por fin llega el momento en el que tantas veces había pensado durante las últimas semanas, y tanto había visualizado cuando los entrenamientos se hacían pesados y la motivación desparecía momentáneamente. Estaba ya corriendo, feliz y contenta, me encontré muy bien (quintando del primer km que las piernas no me las notaba) física y mentalmente. Disfrute mucho el tramo de carrera, pude apretar en los últimos km y llegue a meta pletórica (es la ventaja de ser un poco conservadora), así que me pude permitir disfrutar de esos segundos y quedarme con un recuerdo impecable de toda la carrera.

El ambiente fue inmejorable, la gente encantadora, tanto organizadores, como voluntarios, las compañeras, acompañantes… (Además no hay nada mejor que llevar en el mono tu nombre porque parece que todo el mundo te conoce).

A pesar de la buena experiencia que he tenido, de lo contenta que estoy y de lo mucho que estoy disfrutando de estos días “post triatlón”, llegar hasta aquí me ha sido realmente complicado. He tenido dos momentos críticos de arrepentimiento durante estos meses de trabajo y preparación, he hecho auténticos malabares para poder hacer los cinco entrenamientos semanales, ha sido difícil  buscar los huecos en días en los que habían largas jornadas laborales, y como todo lo que conlleva recompensa en la vida, he tenido también que sacrificar algunas cosas. Fue durante este proceso, cuando me di cuenta que el triatlón lo estaba ganando entonces, que el día 17 simplemente iba a ir a disfrutar, que sería una recompensa por haber llegado hasta ahí en las mejores condiciones posible. Y así ha sido, hoy me doy cuenta que todo eso sacrificio mereció la pena porque he superado el miedo de los días de antes, seguí entrenado cuando estaba cansada y seguí adelante cuando la motivación desaparecía. Me he hecho más fuerte física y mentalmente. Hoy solo puedo pensar que: “menos mal que no me dejaron parar, que me animaron a seguir y me dijeron que si podía”, porque no hay nada mejor que la satisfacción de haber conseguido un reto y de haber cumplido con un compromiso contigo misma.

Soy muy afortunada, porque todo esto ha sido posible gracias al apoyo que he tenido de un equipo grande; gracias a Rubén y a Andrea por hacer realidad este equipo y que hoy pueda estar escribiendo esto; a Haruki, (también a partir de ahora “segundo Mister”) porque es un tío diez en todos los sentidos y sobre todo, gracias a mi entrenador Vicent, porque necesitaría otra página para decirle y agradecerle mil cosas, pero él las sabe ya y solo lo voy a resumir diciéndole que me encanta poder compartir todo esto contigo, porque eres impecable como entrenador (y puedo decirlo porque he conocido muchos entrenadores a lo largo de mi vida) y mejor como persona, mil gracias. Y por último, agradecer a mi familia por enseñarme el valor del esfuerzo y por estar siempre ahí.

Ahora a seguir trabajando para conseguir nuevas metas…

Clara Pérez miembro del equipo Sanus Vitae team

www.sanusvitae.es